Estudiante Rarámuri de la UACH investiga formas para depurar el agua
- Editor2
- 19 nov 2022
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sábado 19 de noviembre de 2022 19:50

Chihuahua.- A sus 27 años, Teresa Ramírez, una joven de origen rarámuri de la sierra Tarahumara de Chihuahua, ha visto cómo la geografía de su hogar ha ido desapareciendo. “Es triste salir a pasear y en el camino descubrir que muchos de los cerros ya están pelones”, dice la estudiante de Ingeniería Horticultor. Nada es como antes: la tala ha decapitado los paisajes, el crimen organizado se ha apropiado de terrenos y ya nadie lava sábanas en el arroyo que cruza el pueblo. “Ya no hay agua. Cada vez caminamos más para conseguirla”.
“Han devastado bosques de más de 300 años. Algunos dicen tener permisos del Gobierno, pero si es así, dieron demasiados. Esto agrava la escasez del agua, porque los ecosistemas se resecan”, cuenta Ángela Yumil Romero, profesora de Teresa en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Con la devastación ambiental también han surgido movimientos ambientalistas para proteger la sierra de megaproyectos urbanos, pero esta es una lucha que en México, el país más mortífero para los defensores de la tierra, suele escapar del final feliz.

Yumil se ha especializado en el desarrollo de negocios sostenibles para comunidades vulnerables, y vio en el problema de la escasez del agua una oportunidad. Pensó cómo se podía evitar desperdiciarla. “Sabía que hay flores endémicas que tienen propiedades depurativas. Emplearlas para reutilizar el agua podría ser una idea rentable, porque somos uno de los grandes productores florales de Latinoamérica”, cuenta en entrevista con América Futura.
Junto a Teresa y otros estudiantes crearon un sistema de humedales con flores ornamentales e hicieron circular aguas grises —las que resultan cuando nos bañamos, lavamos nuestros dientes o la ropa— a través de ellos. Las raíces de las flores absorben la materia orgánica e inorgánica y la depuran a través de sus hojas.
Cuatro años, siete variedades y seis experimentos después resolvieron que la flor de cempasúchil era la más apta y la que menos líquido requería sin que su estética se dañara: “Había que mantener su valor. Así, al crecer, podrían venderse y recuperar lo invertido en el humedal”, destaca.
El agua resultante no solo salió limpia: permitía la vida. En cultivos, aumentó el número de polinizadores y la variedad de especies.
“Este tratamiento de fitorremediación completamente natural serviría para reciclar el agua no solo en hogares: también en albergues de asistencia social —donde ya se aplicó—, en huertos o incluso en empresas grandes”, detalla la profesora.
En México se consumen de media más de 300 litros de agua per cápita al día. La cantidad recomendada para un consumo responsable son 100. En la capital, solo se reutiliza un 10%. Esto ocurre en un país en el que 1 de cada 10 personas no tiene acceso a agua potable; en un país enquistado en sequías históricas, donde el 70% de las corrientes están contaminadas por la industria o la minería.
“En un viaje que hice a un rancho, muchas de las vacas estaban en los huesos. Cuando no llueve, se dispara el precio de su comida”, cuenta Alejandro García, uno de los estudiantes que ayudó en la investigación. “Esta crisis nos obliga a tomar acciones correctivas… o a dejar las vacas morir”.

Hacerlo con flor de cempasúchil permitiría, además, apoyar a productores locales, “ya que sólo utilizamos semillas nativas que cosechan ellos”, dice Yumil. En México se encuentran 35 de las 58 especies de flor de cempasúchil que existen en Latinoamérica —y este año se estima producir casi el doble que en 2021 para el Día de Muertos.
Sin embargo, su popularidad y la creciente industria de carotenos para tintar alimentos —una de sus propiedades— han llevado a China y Estados Unidos a acaparar gran parte del mercado de semillas, modificándolas para aumentar la pomposidad de la flor y perjudicando a los pequeños negocios mexicanos.